Muchas veces, el que está mejor considerado en una empresa no es el que trabaja mejor, sino el que da menos problemas. Nos explicamos. Es evidente que el empleado tiene que hacer bien su trabajo, pero dentro de estos parámetros, siempre gana puntos que el trabajador que no da problemas y que se dedica a aportar soluciones a la compañía.
Especialmente en estos momentos de dificultad, es importante hacer las cosas bien en el trabajo, no ser visto como el problemático y saber leer cuáles son los deseos de la empresa en cada momento. Y en todo esto tienen una influencia directa los hábitos en la forma de trabajar. A continuación, desgranamos algunas de las actitudes que pueden ponerte en el punto de mira de las empresas. Son 10 errores graves que mancharán tu expediente y que debes evitar cometer:
Dilación con el trabajo: No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Esta frase resume una actitud positiva frente a cualquier trabajo. Resalta un alto grado de profesionalidad en el trabajador y esto es muy positivo. En cambio, si vamos dejando el tiempo pasar, las tareas se nos acumulan encima de la mesa y tenemos que terminarlo todo, deprisa y corriendo, siendo en ocasiones el resultado no el esperado.
Poca rigurosidad con el e-mail: Si miramos la cuenta de correo electrónico, miramos la cuenta de correo electrónico. No podemos pasar el día navegando por Internet porque se nos va a acumular el trabajo, como decíamos en el punto anterior. Sólo cada cierto rato, y durante un breve espacio de tiempo, podemos desconectar.
No confundas lo informal con lo irrespetuoso: En una empresa como en cualquier otro sitio, debemos saber dónde está la línea que marca la diferencia entra la informalidad y el ser irrespetuoso, y asegurarnos de no cruzarla nunca. Faltar al respeto es una falta grave.
No te aproveches de la libertad de acción: Te dan la mano, y tu les coges el brazo. Actuar así puede costarte muy caro, porque mientras ellos demuestran que confían en ti, tu les das todas las muestras de que no pueden hacerlo.
Falta de adaptación: Demuestra siempre que estás a gusto con tu equipo y que te sientes parte de él. Hacer la guerra en solitario no es una buena idea en ninguna compañía.
Llegar siempre tarde: Hoy en día, no pasa nada si llegas cinco minutos tarde, o incluso diez. Las empresas saben que luego estiras tu jornada y acabas trabajando incluso más. Pero no lo conviertas en un hábito, porque primero son cinco minutos, luego diez y luego veinte, treinta, etc. Esto puede poner en duda tu profesionalidad.
Rigidez: Debes demostrar que eres una persona abierta, tanto social como mentalmente. La rigidez o los pensamientos únicos no funcionan en las empresas de hoy, en las que prevalece el trabajo en equipo.
Llevar siempre la contraria: Tu opinión importa y las críticas constructivas siempre son bienvenidas. Pero resulta lógico que si estás en desacuerdo con todas las decisiones que se toman, ocurre algo más. Quizá esta no es tu empresa.
Hablar mal de la compañía: Mucho cuidado con lo que dices y a quién se lo dices. Puedes discutir algunas acciones de la empresa porque no te parecen las más adecuadas, pero si no te gusta tu lugar de trabajo, no pierdas el tiempo criticando.
Hablar mal de un compañero: Tampoco está bien criticar a otro compañero constantemente. Si no nos gusta su trabajo, deberíamos hablarlo con él directamente, sin tapujos.
Cualquiera de estas acciones puede llevar a las empresas a marcarnos como trabajadores poco corporativos, por mucho que nuestro trabajo sea excelente. Y sino, fijémonos en el mundo del fútbol: hay tremendos jugadores que mueren por la boca. Da igual los goles que marquen. En la empresa, sucede lo mismo. Nadie es imprescindible.
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